Ramana Maharshi seleccionó varios miles de versos en sánscrito de antiguas escrituras hindúes en honor a Arunachala. De hecho Ramana Maharshi experimentó en vida la verdad contenida en muchas de estas declaraciones. Tradujo siete versos al tamil, que los podemos encontrar en las Obras Completas de Ramana Maharshi. Incluimos aquí cuatro de ellos traducidos al español.

El Señor Shiva dice:

Aunque de hecho ardiente, mi apariencia sin brillo como una colina en este lugar, es un acto de gracia para el mantenimiento del mundo. Yo también resido aquí como el Siddha. Dentro de mí hay numerosas cuevas gloriosas llenas de todo tipo de gozo. Sepan esto. La acción une de manera natural el mundo entero. El refugio de uno (de tal esclavitud) es este glorioso Arunachala, al ver que uno se convierte en sí mismo. Lo que no se puede adquirir sin grandes sufrimientos – el verdadero significado del Vedanta (en concreto, la Auto-realización) – puede ser obtenido por cualquiera que mire a (esta colina) desde donde se pueda ver o incluso pensar mentalmente en ella desde lejos. Yo, el Señor, ordeno que los que residen dentro de un radio de tres yojanas de este lugar (Arunachala) alcanzarán la unión (con el Supremo), el cual elimina la esclavitud incluso en ausencia de iniciación, etc.

 

Arunachala with Green Foliage

Para experimentar la verdad de las afirmaciones arriba mencionadas, debemos seguir el camino mostrado por Ramana Maharshi. En Su vida tuvieron lugar muchos incidentes que eliminaron todas las dudas acerca de la Gloria de Arunachala y aquellos que siguen Su camino se darán cuenta de esto por experiencia propia.

Devaraja Mudaliar vivió con Ramana Maharshi durante muchos años. Él recuerda:

He escuchado de labios de Bhagavan los detalles de dos milagros, de los cuales él tenía conocimiento. Durante los primeros años de su estancia en la colina, en la estación de tren de Tiruvannamalai una mujer se bajó de un tren durante la noche, se metió en un jutka (coche de caballos) y le dijo al conductor que la llevara a cierta calle en la ciudad. El conductor, que era un sinvergüenza, la llevó a un lugar apartado del camino y estaba a punto de robarle las joyas, cuando de repente dos agentes de policía aparecieron en el lugar, escucharon su queja, la escoltaron en el coche hasta su casa y luego se marcharon. La señora anotó los números de los dos agentes de policía y posteriormente hizo alguna indagación más acerca de ellos con la intención de agradecerles o recompensarles por lo que habían hecho, pero no había señal alguna de tales agentes de policía y nadie de la policía de Tiruvannamalai sabía nada de lo ocurrido esa noche. Bhagavan me contó esta historia cuando estábamos hablando de milagros y diciendo que los milagros ocurren incluso ahora.

Me contó otra historia en la misma ocasión. Había un anciano inválido, pariente de nuestro T.K. Sundaresa Aiyare, que era muy devoto y que, a pesar de su discapacidad, acostumbraba a dar la vuelta a la Colina de Arunachala. Después de muchos años de estancia en Tiruvannamalai, se sintió una vez tan enfadado por el tratamiento que recibió de sus familiares con los que se alojaba y de quien dependía, que decidió disgustado dejar Tiruvannamalai y marcharse a otro pueblo con la intención de ganarse la vida allí. Antes de irse a las afueras de la ciudad, un joven brahman apareció ante él y, de malas maneras, le arrebató sus muletas diciendo: “No te las mereces”. Antes de que el anciano pudiera reaccionar, se encontró con que había recuperado el uso de sus extremidades y que podía caminar sin las muletas.

 

Arunachala Full Moon

Bhagavan dijo que conocía el caso personalmente, comentando su similitud con el caso mencionado en Arunachala Sthala Purana, donde se dice que el Dios Arunachala, apareciéndose en forma humana, tiró las muletas de un viejo devoto suyo que, a pesar de su cojera, había estado caminando alrededor de la colina durante varios años y que justo entonces, en mitad de una de sus vueltas, entró en el tanque Sona Theertha (alrededor de dos kilómetros de Sri Ramanasramam) para beber. En ese momento, el lisiado se encontró a sí mismo curado. Mis Recuerdos de Bhagavan