El 29 de Agosto, mientras trabajaba en un ejercicio de gramática, Venkataraman se dio cuenta de repente de lo inútil que era hacer todo eso, empujó los papeles hacia un lado y sentándose con las piernas cruzadas entró en una profunda meditación. Su hermano Nagaswami que estaba observándole, comentó sarcásticamente: “¿De qué sirve todo esto para una persona así?” Reconociendo la verdad de la crítica de su hermano, Venkataraman tomó la determinación de marcharse de casa en secreto. Se levantó y salió de casa con la excusa de que tenía que regresar a la escuela. Su hermano le dio cinco rupias para que pagara sus gastos de escolaridad, suministrándole así sin darse cuenta de fondos para el viaje. Venkataraman tomó tres rupias y dejó las otras dos restantes junto con la siguiente nota de despedida:

Arunachala Temple
Arunachala Temple

Me marcho de aquí en busca de mi padre y en obediencia a Su mandato. Esto solo se está embarcando en una empresa virtuosa. Por lo tanto, nadie debe lamentarse por este hecho. No se necesita gastar dinero para llevarla a cabo. Tus gastos de escolaridad aún no han sido pagados. Aquí te adjunto dos rupias. Así__________

La Providencia estaba guiando a Venkataraman en su viaje a Arunachala, pues aunque llegó tarde a la estación, el tren venía también con retraso. Compró un billete a Tindivanam que según un viejo atlas parecía ser el lugar más cercano a Tiruvannamalai. Un anciano Moulvi que estaba en su compartimento observó al joven brahmin sentado a su lado y en un estado de contemplación profundo. El Moulvi entabló conversación con él y le informó de que había una línea recién inaugurada entre Villupuram y Tiruvannamalai.

A eso de las tres de la mañana, el tren llegó a Villupuram. Decidiendo caminar el resto del viaje, Venkataraman deambuló por la ciudad en busca del camino a Tiruvannamalai. Se sintió hambriento y se fue a un hotel, donde le dijeron que si quería comer tendría que esperar hasta el mediodía. El hostelero observó con interés al joven muchacho brahmin de tez clara, largos mechones de pelo de color negro azabache, pendientes dorados, un rostro que irradiaba inteligencia y que no tenía ni equipaje ni pertenencias. Después de terminar la comida, el joven ofreció dos annas; sin embargo el propietario se negó a aceptar el pago. Venkataraman se puso de inmediato en marcha hacia la estación de tren donde compró un billete a Mambalapattu que era tan lejos como sus fondos le permitían ir.

Por la tarde Venkataraman llegó a Mambalappattu. Desde allí se dispuso a hacer el viaje andando hasta Tiruvannamalai. Por la noche llegó a las inmediaciones de Tirukoilur. Desde el cercano templo de Arayaninallur construido sobre una roca elevada, apareciendo débilmente en la distancia, se puede ver la Colina de Arunachala. Sin darse cuenta de esto, entró en el templo y se sentó. Allí tuvo una visión – la visión de una luz cegadora que envolvía todo el lugar. Ramana buscó la fuente de la luz dentro del sanctasanctórum. Pero no encontró nada. Después de un tiempo, la luz desapareció.

Venkataraman continuó sentado y sumido en profunda meditación hasta que fue interrumpido por los sacerdotes del templo que vinieron a cerrar las puertas. Siguió a los sacerdotes hasta el próximo templo donde se sumergió de nuevo en meditación. Después de terminar sus tareas, los sacerdotes le volvieron a interrumpir una vez más y rechazaron su petición de alimento. El encargado de tocar el tambor en el templo intervino y le ofreció su ración de la comida del templo. Cuando Venkataraman pidió un poco de agua potable, le indicaron que se dirigiera a una casa cercana. En el camino se desmayó y cayó al suelo. Unos minutos más tarde se levantó y vio a una pequeña multitud que le miraban con curiosidad. Bebió un poco de agua, comió un poco de comida, y luego se tumbó y se durmió.

La mañana siguiente era 31 de Agosto, el día del nacimiento de Sri Krishna, Gokulashtami. Venkataraman reanudó su viaje y llegó a la casa de Muthukrishna Bhagavatar. La señora de la casa le dio gran cantidad de comida y le acogió hasta el mediodía. Pidió entonces a sus anfitriones un préstamo a cambio de sus pendientes dorados. El préstamo le fue concedido de buena gana, junto con un paquete de caramelos preparados para Sri Krishna. Viendo que no había ningún tren hasta la mañana siguiente, pasó la noche en la estación.

Fue la mañana del 1 de Septiembre de 1896, tres días después de salir de casa, cuando Venkataraman llegó a la estación de Tiruvannamalai. Con paso rápido y el corazón palpitante de alegría, se apresuró directamente al gran templo. En un silencioso acto de bienvenida, las entradas a los tres recintos principales y todas las puertas, incluso la del sanctasanctórum, estaban abiertas. No había nadie más en el interior, por lo que entró solo en el sanctasanctórum y permaneció en éxtasis ante Su padre Arunachala. “He venido a tu llamada, Señor. Acéptame y haz conmigo lo que quieras.”